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Red de reservas privadas y sociales en la Península de Yucatán

Introducción

Una gran parte de la Península de Yucatán aún mantiene selvas en buen estado de conservación, pero la fragmentación del paisaje y consecuente aislamiento de las áreas protegidas ha comenzado a profundizarse en las últimas décadas. Si bien en la región existen superficies importantes cuya conservación está garantizada por encontrarse en reservas de la biosfera, reservas estatales u otras categorías de manejo bajo gestión gubernamental, lo cierto es que la mayor parte de las tierras que funcionan como corredores biológicos entre estas áreas protegidas están en manos privadas o ejidales, y en muchos casos los ejidos destinan un área como reserva de carácter comunitario (conocidas como reservas sociales).

Por estas razones, un grupo de organizaciones y expertos en conservación de la Península de Yucatán desde hace más de 20 años ha aceptado el desafío de innovar con herramientas alternativas para la conservación fuera de las áreas protegidas. La tarea no ha sido fácil, y las propuestas han recorrido un camino desde servidumbres ecológicas hasta fideicomisos para la compra de tierras. Luego de haber pasado por un proceso constructivo de aprendizaje, hoy la propuesta toma un nuevo impulso que promete tener éxito en estos tiempos de revalorización de los servicios que brindan los ecosistemas: una red de reservas privadas y sociales que incentive a propietarios para incorporar sus tierras con fines de conservación.

Situación inicial

La conservación en tierras privadas comienza en la década del ’90, y “entre las primeras experiencias se encuentra la de Pronatura y la nuestra”, explica Marco Lazcano, director de la reserva privada El Edén. Efraím Acosta, coordinador técnico de Pronatura Península de Yucatán, menciona que a finales de esa década Pronatura tuvo un Programa Nacional de Tierras en el que se desarrolló una serie de herramientas para identificar los esquemas de conservación privada posibles en el país. La idea de formar una red  de reservas privadas ya tiene muchos años y ha habido varios intentos. “En el año 2005, continúa Marco, organizamos el 5to Congreso Latinoamericano de Conservación en Tierras Privadas, y fue un éxito pero no derivó en acciones concretas para México. En ese momento conversamos con James Callaghan, director de la reserva privada Kaxil Kiuic, sobre la idea de consolidar una red”. El Edén y Pronatura tenían experiencia en conservación de tierras privadas, y “en ese evento comienza a surgir seriamente la idea de coordinar los esfuerzos, pero tuvieron que pasar 10 años para que madurara como proyecto”,  sostiene James Callaghan.

Luego de aquel congreso, la red promovida por Pronatura nacional marca un antecedente pero no logramos consolidarnos, explica Marco. “En 2006 hubo una reunión en Monterrey promovida por TNC para iniciar un diálogo a nivel nacional sobre conservación en tierras privadas. Unos años más tarde, en 2010, durante el 3er Congreso Mesoamericano de Áreas Naturales Protegidas que se realizó en Mérida, hubo un simposio de organizaciones que trabajan en conservación de tierras sociales, y tuvimos una sesión sobre tierras privadas y sociales en la que participaron varias organizaciones del país y de Sudamérica. La idea era reunir la voluntad de quienes trabajan en tierras privadas en México, pero tampoco pasó de ser un intento”.

Un paso concreto en el avance hacia el trabajo conjunto en la conservación de tierras privadas es la Alianza Ambiental para la Península de Yucatán (AAPY), la cual fue integrada por Amigos de Sian Ka’an, El Edén, Pronatura, CONANP, Niños y Crías y TNC. Con fondos del Consejo Norteamericano de Conservación de Humedales (NAWCA) y el Acta Norteamericana para la Conservación de las Aves Migratorias Neotropicales (NMBCA), se concretó la compra del predio de 640 hectáreas denominado San Mateo Aké, colindante con el Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam y El Edén, la cual sería coadministrada por esta última y Amigos de Sian Kaán. La otra reserva con que cuenta Amigos de Sian Ka’an es Pez Maya, explica Gonzalo Merediz, director de la asociación, un área de 3 kilómetros de playa dentro de la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an que fue comprada con apoyo de TNC, organización que en esos años también impulsó la compra de la reserva El Zapotal de Pronatura.

Momentos clave

Luego de la experiencia con AAPY, prosigue Marco Lazcano, la conocida naturalista especializada en aves Bárbara Mackinnon y la Fundación Claudia y Roberto Hernández mostraron mucho interés en apoyar la iniciativa de consolidar una red de reservas privadas. Pensar en una red de predios privados que ya existen y que tienen voluntad de conservar es un cambio en la visión, explica Gonzalo Merediz, porque el enfoque de fideicomisos para la compra de tierras comenzó a hacerse cada vez más inaccesible por los elevados precios de la tierra, principalmente en Quintana Roo.

En el contexto de la Alianza Itzincab para la conservación y manejo sustentable de la Selva Maya, en la que participaban diversas organizaciones y dependencias de gobierno, se hizo el ejercicio de identificar temas prioritarios. Junto con las líneas estratégicas de desarrollo rural sustentable y manejo hídrico sustentable, la idea de la red de reservas privadas y sociales se fue consolidando. Fue necesario vincular esfuerzos con Fundación Haciendas del Mundo Maya, Niños y Crías, Pronatura Península de Yucatán, Amigos de Sian Ka’an, Kaxil Kiuic y El Edén para desarrollar un plan de trabajo que fue bien recibido dentro de la Alianza. Es así como en el marco de la Alianza Itzincab se presenta la oportunidad de financiamiento para consolidar la red a partir de los objetivos claros que se venía estructurando durante los dos años previos.

Los objetivos son básicamente tres, explica Marco Lazcano, “por un lado está la consolidación de dicha red con reservas privadas y sociales, ese es el primer objetivo. No es fácil compaginar ambos tipos de reservas porque los tiempos para la toma de decisiones son diferentes, pues hay que considerar que en las reservas sociales las decisiones se toman en asambleas ejidales. Finalmente decidimos consolidar la red de reservas privadas, y dentro del programa incluimos un componente de apoyo para las reservas sociales, porque efectivamente tenemos que darle un impulso, esas reservas tienen la mayor parte de las tierras con potencial para la conservación”.

El segundo objetivo es generar acciones conjuntas en el monitoreo de biodiversidad, principalmente del jaguar y sus presas y de aves migratorias. Adrién Gasse Margat, coordinador de la red, explica que es importante trabajar en la homologación de las metodologías de monitoreo y compartir la información que permita un análisis más amplio del estado de conservación. Y el tercer objetivo es generar herramientas para hacer un acercamiento a los dueños de predios y multiplicar esfuerzos. Para este componente primero hace falta elaborar reglas de operación, es decir acordar qué características debe cumplir un predio para que sea considerado una reserva y formar parte de la red.

“Una gran noticia, dice Marco, es que la red se logró insertar en el proceso de revisión metodológica del segundo censo nacional del jaguar y sus presas que realiza la UNAM, y estamos previendo un componente regional muy importante. En el primer censo nacional se establecieron 15 sitios de monitoreo a nivel país, y para este segundo censo estamos previendo contar con 10 o 15 sitios solamente en la Península de Yucatán. Pero más allá del monitoreo, podemos empezar a evaluar la ocurrencia de jaguares a lo largo de corredores hipotéticos y reales, y de esa manera identificar áreas estratégicas de conservación”. Este mismo proceso se tiene que lograr con el monitoreo de aves residentes y migratorias para responder cómo están las poblaciones, cuánto se desplazan, qué conectividad necesitan, qué hacen las aves migratorias cuándo llegan a la Península, entre otros interrogantes.

Lo importante para la red es proponer la conservación voluntaria privada y social como un mecanismo adicional para garantizar la conectividad y funcionalidad de las selvas, así como para proteger a la biodiversidad y servicios ambientales que prevé, y por eso necesitamos atraer a los dueños de predios tanto privados como sociales, explica Marco. “A cambio, debemos ser capaces de ofrecer incentivos de largo plazo que permita a los propietarios afrontar los altos costos que tiene la conservación, y en la medida que tengamos éxito en esto estaremos avanzando hacia la conservación en la Península de Yucatán”.